El Salmos 4:8 dice: “En Paz me acostare, y asimismo
dormiré porque sólo Tú Señor me haces vivir confiado”.
Una conciencia tranquila es una buena compañía en la almohada. Cuantas veces nuestras horas de desvelo pueden ser achacadas a nuestra mente en desorden y desconfiada. Aquel quien mece la fe en su sueño duerme dulcemente. No hay almohada tan dulce como una promesa; no hay cobertura tan caliente como un interés seguro en Cristo. C. H. Spurgeon
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